Que no tuviese clases, durmiese mucho, mi ojo mejorase, diese paseos, no haya limpiado aún la escalera, conociese a un par de amigos majos de Marta (y no digo monos por la repercusión que trae, uy... ya lo he dicho) y que apenas pasase tiempo con ella, ni tan siquiera verla, es lo menos importante de estos días, así que no me enrollaré mucho con este tipo de cosas.
Lo más llamativo de estos días son mis dos clases semanales de Teatro y las quedadas posteriores para tomar algo que hacemos. El jueves hice de Kakapo (cosa que lamento mucho haber hecho por las agujetas que ahora mismo tengo), de director de una obra, de pareja gay dominante que rechaza un trío, de hijo mayor de los Alcántara. El viernes de superhéroe que provocaba terremotos, chico demasiado indiscreto con mallas, otra vez de pareja gay, de robot y de narrador con distintas voces.
Fuera del aula, empezamos la guerra de las preguntas y respuestas, juego que trae muchas consecuencias y al que muchos no se atreven a jugar. Aún estoy buscando alguien que sea capaz de hacerme dudar si jugar o no, pero mi "pasotismo" puede con ello.
Ah, alguien a quien admiro mucho y tomo en bastante consideración su opinión sobre mí, me dijo que a pesar de que le gusto (teatralmente hablando), sólo doy de mi un 50%, pero creo que se equivocaba; ya que a raíz de lo que he mostrado de mí y considerando que cada día progreso más, puedo decir que sólo he mostrado apenas un 10% de mí en total.
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