Que decaiga toda preocupación, pues la obra ya acabó y Orgullo y Prejuicio también, ya sólo queda darle duro a los exámenes, cosa que ocupará la mayor parte de las líneas desde aquí hasta que me devuelvan la fianza del piso.
Ayer fue un domingo tranquilo... amanecí bien acompañado y acurrucado, paseo bajo el sol de Gadir, besos, abrazos, arroz, siesta, sonidos misteriosos desde la habitación de Marta, garrapiñadas y paz, mucha paz. Hacía mucho tiempo que no me montaba en un bus acompañado de alguien, y menos de la mejor persona que a mi lado puedo tener, fíjense que a pesar de que iba el autobús lleno de tíos ruidosos que venían del partido de Cádiz (que por cierto, no saben usar desodorante), no tuve la necesidad de ponerme auriculares, y eso dice mucho.
¡Ya tengo mi tercer botellín de cerveza!
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