Tenía tres clases ese día, terminaba sobre las 5, pero sólo fui a Alemán, ya que la segundo no acostumbro a ir y a Fonética me retuvieron Marta y Manu en el piso para que no fuese, ¿por qué? ¡Porque había una guitarra en el piso! Marta está aprendiendo a tocarla gracias a Manu, que le ha prestado la suya.
Fue una tarde productiva, mientras yo dibujaba y recortaba los preparativos para la boda, ¿qué boda? ya lo sabréis, Marta practicaba los pasos básicos y me pedía una y otra vez que aflojase la música, creo que llegué al punto de subirla adrede.
A la noche fuimos entrando uno a uno en la ducha, quitándonos la gorrinería del día poco a poco, luego cenamos Marta y yo ensalada de pasta, bueno, cenar... usamos la excusa de la ensalada para aniquilar dos de las trescientas latas de atún que Marta tiene, ¡ya queda menos!
Lo último que hicimos en todo el día, antes de rellenar mi estado del Facebook con 100 mensajes, fue ver una parte de la película Origen, y claro, tantos sueños que nos entró también sueño a nosotros y la paramos en el minuto 48:04 para seguir viéndola el próximo día, bajo la mantita acurrucados en el sofá cebándonos de chuches y chocolate.
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