Marta no llegó sola al piso, ni acompañada por una persona, ¡sino que por dos!, llamadas Paula y Laura, maravillosa compañía que ya se iba echando un poco en falta. Entre platos de pasta, mi precioso pijama que no me quité en todo el día, galletas de limón, dramas de Pau, elocuencias de Marta y evasiones de Lau al mundo de su
Las tres se fueron a sus distintas obligaciones y yo me quedé solo en el piso, y no, no monté una fiesta, sino que me fui de juerga con los apuntes durante horas y horas, incluso vino Marta, cenó, bostezó, bailó, escuchó música Indie, pestañeó, leyó, se comió una loncha de chorizo, habló, voló y brincó y yo sólo estudié apuntes y edité fotos.
No recuerdo muy bien lo que ocurrió durante la noche una vez Marta ya estaba dormida, solo sé que madrugaba al día siguiente y tenía apenas 4 o 5 horas para dormir, así que a abrazar almohadas corriendo me fui.
¡Ah, sí! Antes de irme a dormir vi por la ventana a dos gaditanos robando arena del callejón Osorio, y no sé que me inquieta más, si la finalidad con la que robaban arena de una obra, o que todas las cosas extrañas ocurren en ese callejón... bueno, ahora sí, ¡buenas noches!
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