Ayer
me desperté con el mejor de los cafés, no recuerdo si a horas
tantas o tempranas, lo que cuenta es que fue un despertar que
compensaba toda la semana anterior.
Parece
ser que era el único sano en la casa (siempre que no contemos a
Alex, que apenas lo vi), por lo que debía ser más servicial ese día
con mi visita y Marta. Almorzamos los tres juntos, charlas, risas y
el típico "Me ví a eshá un rato" de Marta.
Luego,
un paseillo por la bonita Cádiz, tiendas, algunas compras útiles
para pintar y decorar nuestro futuro "árbol" de Navidad y
otras no tan útiles y más golosas, tanto para nosotros como para
Marta.
Volvimos,
le dimos su regalo de gorda, y la dejamos que siguiera durmiendo,
mientras tanto estaba hablando con Manu, merendando un poco y catando
fiebres, pero nada de nada, no llegaba a 36º, Marta, quién se lo
puso a las horas también tampoco tenía fiebre, el más cercano era
yo rozando los 37º y estaba más sano que una... jirafa.
¿Por
qué hablaba con Manu? Pactamos un plan, poco preparado, pero que
salió bien; salí del piso, ya habiéndose levantado Marta, sin
avisar y sin sentido, y cuando volví traía a Manu, con 4 palmeras,
dos de yema y dos de chocolate, para lo enfermos y sanos.
Pasamos
unas horas bastante buenas, con guerra de clínex y jugando al
pictionary mini, el cual perdí con mi pareja 5 a 15, tupido velo.
Poco
más, Manu se fue, hicimos una gran cena, bastante verde, rica y
copiosa, y luego vi un poco de Yo, yo mismo e Irene, ya
que nos fuimos a dormir antes de que acabase...
No hay comentarios:
Publicar un comentario