sábado, 14 de septiembre de 2013

13 / 09 / 2013 - 09:44

Esa era la hora que marcaba mi móvil cuando lo miré, ¿cuál era el problema? Mi examen empezaba a las 9, es decir, me había quedado 44 minutos dormido.

Todo lo que hice a continuación no duró más de un minuto, ya que cuando salí de casa, eran las 09:45; me levanté de un salto, abrí la ventana, me puse la ropa, fui al baño, me lavé los dientes, me eché agua en la cara, me sequé la cara, algo de desodorante, fui a la cocina, me comí una magdalena, volví a mi cuarto, metí las cosas en la maleta, cogí mi móvil, cartera y llaves y me fui.

Bastante acelerado y sofocado, planeando todo el camino la excusa que iba a usar para poder entrar al examen una hora tarde. Fueron unos 15 minutos andando, ya que llegué justo a las 10:00. Entré en la facultad tras sortear varias limpiadoras que estaban manifestándose en la puerta, subí las escaleras, me dirigía al aula 22, y justo antes de llegar, en la puerta del aula, me encontré al profesor de latín hablando con otro, le dije que había tenido problemas llevando a mi hermana al hospital (sí, en 15 minutos sólo llegué a eso) y me dijo que no había problema, que entrase que el profesor que estaba dentro me daría el examen.

Hacer el examen allí y después de haber venido corriendo era como hacerlo en plena calle soleada un día de agosto en Sevilla, pero sobreviví, lo hice, salí incluso antes que muchos de los que estaban allí, y eso que llegué una hora tarde. A decir verdad, éste examen me salió mejor que el de junio, o al menos, yo estoy algo más convencido del 4.25 de junio, aún así, es igual de probable el suspenso que el aprobado, el latín no es lo mío.

Terminé el examen y volví al piso, cogiendo por distintas calles para conocer locales y sitios, tardando lo mismo que por cualquier otra ruta que hubiese cogido.

Llegué al piso y algo se repetía, Marta estaba fuera estudiando y Alex en su sillón de siempre con sus "tecnologicosas" y viendo en la tele cosas de reptiles.

Le conté la dinámica mañana y me quedé en el sofá con mi portátil y mis cosas hasta la hora de comer. Me puse los cascos para que pudiera ver la televisión tranquilamente, pero tuve que quitármelos y ponérmelos unas 40 veces cada vez que me hablaba.

A las horas llegó Marta, saludó, preguntó por mi examen y me dijo que se iba a Sanlúcar, que volvía a la noche, hizo su maleta y se marchó, fue muy fugaz.

Alex se volvió a su cuarto, y empezó a hablar solo y gritar, o eso era lo que yo pensaba, ya que realmente estaba jugando y hablando con otros.

Me preparé mi almuerzo, espaguetis picantes, recogí un poco el salón y la cocina y me fui a mi cuarto. Me disponía a leerme "El faro", ya que tenía que realizar un comentario sobre él y entregarlo el lunes junto al segundo examen. Y así pasé mi tarde, cerré la ventana, todo oscuro, puse música tétrica ambiental y en una hora y poco más me lo terminé.

Mi hermana me había avisado de que vendría a verme, por lo que me duché y esperé a que me dijera algo. Alex había almorzado bastante tarde, no lo veía yo bien ese día.

Sobre las 20:00 salí de mi casa hacia la catedral, me esperaban mi hermana y Álvaro, su novio. Pasé buena tarde con ellos, me regalaron unos dibujos que me habían hecho mis amigos de Chiclana y un brick de zumo de naranja, y algo de chucherías, que conste.

Tras pasear e idear un plan para que mi hermana se quedase a dormir "en mi piso", sí, "mi piso", estuvimos jugando a las cartas con un amigo de ellos de Cádiz con el cual simpaticé bastante bien, aunque no me gusta la idea de que me supere en "peludez", no recuerdo su nombre, quizá no lo dijeron bastante, pero espero verle más veces y ganarle más partidas a las cartas. Por cierto, es un hipster moreno.

Ya luego a la noche, tras despedirlos y volver a mi piso, tardé dos segundos en darme cuenta de que Marta había llegado ya; su buen olor a frutas. Soy muy sensible a los olores y convivir con una persona así es de las cosas más gratificantes que puede haber.

Y así fue, entré, y a dos pasos de ir al salón, ella asomó su cabeza desde el cuarto de baño allí a lo lejos del pasillo y me saludó. Tuvo que irse, ya que había quedado con una amiga y estaba arreglándose, por lo que hoy había sido un día fugaz con ella.

Alex estaba enfermo y no tenía muchas ganas de nada, por lo que me ofrecí a ser su enfermerillo si él lo requería. Cené un kebab con algo de especias, y me fui a mi cuarto a leer, pero el cansancio pudo conmigo y dejé la lectura para mañana, por lo que me fui a dormir algo temprano, había sido un día muy movido.

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